Hallamos a Lilith en el Talmud, en el “Sefer-ha-Zoar” o “Libro del Esplendor”, en algunas tradiciones populares hebreas (haggadah) o en los Midrash, métodos hermenéuticos para la interpretación de los textos sagrados.
Ella es identificada como la primera esposa de Adán, pero creada por Dios “con sedimentos e inmundicia, en vez de polvo puro”. Pero demos la palabra a la sugestiva descripción que hacen de esto Graves y Patai en “Los mitos hebreos”:
Dios entonces formó a Lilith, la primera mujer, así como había formado a Adán, pero utilizando solamente sedimentos e inmundicia en vez de polvo puro. De la unión de Adán con este demonio, y con otra denominada Naamá, hermana de Tubal Caín, nacieron Asmodeo e innumerables demonios que aún asechan a la humanidad …
Adán y Lilith nunca tuvieron paz estando juntos, porque cuando él quería yacer con ella, la mujer se ofendía por la posición que se le imponía. – ¿Por qué debo permanecer debajo de ti? - preguntó. Yo también soy tu igual. Puesto que Adán quería obtener su obediencia por la fuerza, Lilith furiosa murmuró el sagrado nombre de Dios, se elevó en el aire y lo abandonó.
Adán se quejó ante Dios por el abandono de su compañera. Por medio de sus ángeles, Senoy, Sansenoy y Semangelof, Dios la conmina a regresar con Adán. Pero ya es muy tarde: la mujer ha copulado ya con todos los demonios y los espíritus malvados de las aguas, generando cien demonios por día, llamados los Lilim. ‘¿Cómo puedo volver con Adán y vivir como una esposa honesta después de esta estadía en el Mar Rojo?’ - pregunta Lilith ante el requerimiento de los tres ángeles.
Para castigarla por su rechazo, los pequeños Lilim son sistemáticamente exterminados y entonces Lilith la rebelde, viendo la matanza de sus hijos, se encarniza también ella en contra de los Lilim y luego, sedienta de venganza, comienza a ir durante la noche por los pueblos, estrangulando a los recién nacidos en sus cunas o atormentando a los hombres en el sueño con su “abrazo” mortal.
Ocurre así la trasformación completa de Lilith y ella asume su identidad maléfica definitiva, casi obligada por una trágica fatalidad.
Según la tradición hebrea, a Lilith le sucedió Eva, madre oficial de la raza humana que, aun haciéndose tentar por la serpiente, y provocando las consecuencias del pecado original, quedó como símbolo de la esposa virtuosa y casta.
La segunda compañera de Adán suscitó los celos de Lilith, que se vengó también en los hijos de la última. Así, además de malvada, vampiresa y mujer lúbrica, Lilith se conquistó la fama de peligrosa devóradora de niños.
En la demonología cabalística, Lilith tiene precisamente dos papeles fundamentales: el de exterminadora de niños y el de seductora de hombres. A Lilith se asocian las denominaciones “maligna”, ”falsa” o “negra”, y ella gobierna todo lo que es impuro o corrupto, ligada “ab aeterno” a ritos cruentos, orgiásticos o mágicos.
Incluso en el “Alfabeto de Ben Sira” hallamos a una primera compañera de Adán creada de la tierra al igual que él, quien, no queriendo renunciar a la igualdad de los sexos, disputó sobre la manera en que deberían haber tenido lugar las posiciones sexuales. En esta versión ligeramente modificada por la leyenda, Lilith juró a los tres ángeles que no dañaría a los recién nacidos cuando viera la imagen de ellos o sus nombres escritos en un amuleto llevado por la madre o el hijo. En efecto, aún hoy en muchas partes del mundo, las puérperas llevan amuletos que representan a los tres ángeles enviados por Dios a orillas del Mar Rojo.